04 abril 2013

32.Altares

Soñar. De eso se trataba. Y esperar, también. Una rama de olivo. Una casa con cruces. Un anillo. El cielo despejado, protector, brillante de oscuridad. Vos dándome la espalda, hecha un ovillo. Hablabas dormida. Repetías una serie de sustantivos. January white Seoul fourteen. En ese momento nada cobraba sentido. Nada. Apenas el lejano sonido de una gota dando contra la losa. Apenas el perfume de las sábanas. Apenas yo. Y vos dándome la espalda. No sabía si calcar tu postura hundiendo la nariz en el malevaje. En tu nuca escondida tras el malevaje. Entonces te diste la vuelta. Entonces pude ver cómo movías los labios, cómo repetías palabras. Quise que fuera uno de esos sueños en donde uno siempre intenta huir. Quise que se abriera la noche. Que la gota dejara de dar contra la piedra. A menudo hablabas en sueños. Decías. Por ejemplo. Meses. Colores. Ciudades. Números. Y yo sólo quería que dijeras mi nombre. Ahí, en medio de la huída. O tan siquiera en la vigilia.