19 febrero 2013

Work in progress

Sobre la exposición narrativa del futuro inmediato. Y sobre la dominación de algunos personajes.
"Después, esta misma noche, cuando Mabel se acueste y ellos se queden solos en el salón, tal vez haciendo que miran algún programa en la televisión, Julián le dirá a Eva que tienen que solucionar el episodio del cobertizo. Eso no puede quedar así, dirá Julián. Y Eva preguntará Qué piensas hacer. Pero Julián no dirá nada. O sí. Dirá, unos minutos después de que su hermana se lo preguntara, Ve a por la linterna, está en la cocina, en el último cajón.

"Después, esta misma noche, cuando Eva regrese de la cocina con la linterna, Julián ya estará dispuesto a salir de la casa. Y dirá Ven, acompáñame. Y Eva, sin saber hacia dónde, lo seguirá. Saldrán a la galería. Ella, como si dudara un momento, se quedará de pie junto a la puerta corredera y verá cómo su hermano baja la rampa y una vez sobre la hierba se gira para hablarle. A qué esperas, dirá Julián, más allá de la rampa, con las manos en las asideras de las ruedas. Después irán juntos por el lado oeste de la casa. Después cruzarán los cerezos. Después Eva sentirá frío, y lo dirá. Adónde vamos, dirá, Hace rasca, deja que vaya a por un jersey. Pero Julián no dirá nada. O sí. Dirá, como si no hubiese escuchado el pedido de su hermana, Ahora presta atención, y no hagas preguntas idiotas. Y le explicará, sin mirarla en ningún momento y sin dejar de girar las ruedas en ningún momento, lo que harán. Y mientras eso ocurre, mientras él habla y ella escucha, llegarán a la explanada de las piedras, siempre iluminada por dos pares de farolas. Y recién en ese instante, viendo la dirección en que avanza su hermano, Eva sabrá que van hacia el cobertizo.