21 enero 2010

Quijotes

De nuevo llega el cantor, remolino en la garganta. Viene de no sabe dónde a cotejar los malestares. A sanar la zona púrpura. A payar los versos de su pueblo tan cercano a la injusticia. Viene de nadie sabe dónde y unos cuantos lo saludan. Sin embargo. Agitan pañuelos a la vera de su paso. Mujeres y niños lanzan claveles al viento. Entre armadura y pértiga y un sueño por cumplir. Claveles en los fusiles, se dirá más tarde. Hombres emocionados: pañuelitos parpadeantes: señal de que cabalga. Alazán que mece su nombre contra el palo flaco de la muerte. Contra la mano que hace callar. Contra la pluma que rubrica cualquier entrega. Contra el invierno: que siempre es pluma y tantas veces mano ejerciendo el silencio. También contra la noche. Negra. Que empezó una mañana de marzo. De olvido. De ciénaga y pantano y muchedumbre acribillada. Suerte que por fin vuelve el cantor: torbellino en la garganta.


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extraído de
Arder en el invierno.