01 junio 2009

Cartografías

La esquina que los espera tiene forma de ataúd, de cajita musical, de acantilado. Su ubicación es más bien arrabalera: algo escorada entre los barrios que ninguno de ellos quiso pisar jamás. Su ubicación, entonces: olvidada en el mapa: más bien desconocida. Y sin embargo: para allá sale una calle, para allá otra. La calle sur desemboca contra el chaperío de una villa miseria, cuyo jefe o cacique se apoda también Miseria. Pero ellos no lo saben. Lo ignoran. Y el apuro los convertirá en carne tierna. Y no hay cosa más bienvenida que esa para los señores miseria. La carne. Mordiscón entre los arbustos. Olor a humo sobre las brasas del que vive agazapado. La calle norte no lleva a ningún lado. La esquina que los espera no es la esquina de nada y debería estar maldita. Caminen y busquen. Busquen que ya están absolutamente perdidos. Miseria con mayúscula, tantas vocales: qué pena olvidarse la brújula en las noches de tormenta. La esquina que los espera tiene forma de cementerio si no se la visita en horas de oficina, cuando los perros callejeros se entretienen hurgando en la basura. Porque ignoran. Porque ignoran que esa misma noche, de frente al chaperío, morirán flacos y congelados.


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extraído de
Arder en el invierno