24 febrero 2015

Tras las tapias y los setos

Subsuelo. Alexis Ravelo en Elemental de El País.

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Al contrario que muchos que pueblan las mesas de novedades con sus historias de “ritmo trepidante y acción cinematográfica”, intentando convocar al asombro con excesivos giros para enrevesar argumentos que, en el fondo, no pueden evitar ser siempre el mismo, Luján es un estilista: con una prosa limpia, que huye de lo decorativo e involucra el flujo interno de conciencia de los protagonistas, maneja con sobriedad la técnica de la postergación, sin hacer trampas ni sacarse conejos de la chistera. Escribe para un lector adulto, con quien establece un juego perverso gracias a una sabia elección de la posición del narrador y un inteligente tratamiento del tiempo. Muestra lo que va a pasar, pero no exactamente cómo. Y, sobre todo, lo oculta a los personajes. Quizá por eso, al leer Subsuelo uno recuerda a ese tipo de narradores que supieron —con sobriedad, sin aspavientos ni adjetivos gratuitos— emplear su oficio en llegar a la raíz del dolor y mostrárnosla. Pienso en Steinbeck, en Erskine Caldwell. Acaso en Carson McCullers o en Cormac McCarthy. Son todos norteamericanos, lo sé. El lector, seguramente, tendrá una memoria más diversa que la mía.

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