Afuera cuarenta grados, adentro y cerca del motorcito, ni se sabe.
Camino General Belgrano, el angosto de los angostos. Dos carriles, uno de ida y otro de vuelta. Es sábado y es mediodía. Para un lado y para el otro van los carros tirados por caballos, las Chevys coupé pintadas con llamas de fuego, el 324 que va desde El Pato hasta Florencio Varela.
Y el Fiat 600 de Norberto.
Y Jimena, embarazada.
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