11 marzo 2011

Siete años después

Siempre recordaremos aquella fatídica mañana. Las razones son muchas pero una resulta insuperable: vos, yo, él, los que hoy recordamos con un poco de vergüenza, podríamos haber estado dentro de cualquiera de los trenes. Recuerdo haberme despertado con las noticias: todo era un imposible. Muy cerca de mi casa estaba el pabellón a donde iban llegando -en furgonetas oscuras que pasaban raudas y tan macabras- los cadáveres y más tarde los familiares vivos de esos cadáveres. Se notaba mucho el dolor y la perplejidad. La ciudad nunca fue la misma después de aquella mañana. Qué desgracia los políticos.