25 febrero 2008

Una de las grageas/55

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Cenicienta
por Leonardo Killian
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Luego de terminados los festejos de la boda, los campesinos más pobres se acercaron a Palacio. Una vieja tradición prometía el reparto de las sobras del suculento banquete que el pobrerío esperaba ansioso. Pero esta vez el joven príncipe, de pésimo humor, producto de la borrachera, mandó arrojarles los perros de caza y a los que aún insistieran, a los guardias armados con bastones.
Cenicienta (odiaba que la llamaran así) observó lánguidamente desde su ventana el feroz apaleamiento y cómo más de uno, que hasta un día antes había sido su vecino, era destrozado por los perros. Otro dolor la embargaba. Tenía los pies deshechos por esos zapatitos de porquería que debió tolerar toda la larga noche con sus bailes interminables. Era sin duda muy duro el oficio de princesa y encima esos infelices a los gritos allá abajo.
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publicado en Grageas. 100 cuentos breves de todo el mundo,
Ediciones Desde la Gente, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,
Buenos Aires, 2007, pág 62.

.Sergsssssss[[Sergio Gaut vel Hartman, compilador]

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