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Sabía -desde septiembre o así- que era finalista del XXVII Premio Felipe Trigo de Novela. Sabía que el fallo era en diciembre y que eran doce las obras que llegaron a esta última instancia.
Y siempre está bueno ser finalista (sobre todo cuendo se trata de uno de los premios españoles de novela más importantes: me refiero a los transparentes, quiero decir literarios o respetuosos de ella, no los amañados ni dados de antemano con el mayor descaro).
Anoche, ayer noche, mejor (ya verán ustedes la redundancia), finalmente, el Jurado -presidido por el escritor extremeño Eugenio Fuentes- dio a conocer el veredicto.
Ganó Fernando Villamía con Judith y Holefernes (mi más sincera enhorabuena).
ESTA ES LA NOTICIA que me recordó que los penaltis también son parte del fútbol.
¿Hace falta que les diga cuál es el título de mi novela?